La fe cristiana no es creer en algo, sino en alguien, en el Dios revelado en y por Jesús. Por eso, quien cree en Jesús, cree en Dios. Esta fe comporta, ciertamente, creer en los valores que vivió Jesús y en los ideales que predicó, pero esto no es suficiente: para que exista la fe es necesario que se establezca una relación con Jesús.